que pensaba en mi cada noche,
a veces parece
que sólo el viento
grita nuestros nombres.
No sé si fue él o yo
quien sabía hacer brillar
ese sol que nos envolvía
cada amanecer.
Le pedí que se quedara
y todas las noches...
se quedó justo
a mi lado izquierdo
donde sólo respiraba la piel.
No fue necesario más,
él ya había desnudado el alma,
sus palabras ya eran promesas
y sus manos
sólo acariciaban mi cara.
Él es de esos seres
que pide perdón
por sus errores
y sabe que el pasado se olvida,
y aunque a veces
se vuelve pesadilla,
juntos vencemos
lo imaginado.
MGabriel Portilla
MÉXICO
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