Me guardé las lágrimas
y los gritos de desesperación,
quería morir
desde la primera vez
que deprisa corriste
a escribir mil palabras
que no eran de amor.
Me guardé mi llanto,
ése que sentía,
me quemaba la garganta
y amordazado mi dolor quedó,
vi cómo eras con las demás
y conmigo un te amo escondido.
Sin más me viste ahí muriendo
y tus palabras sólo se clavaban más;
es verdad que a ratos
todo era felicidad,
después pagar por las demás.
Me guardé mis miles de depresiones
donde se juntaba todo
pero jamás entendiste
por qué el alma moría
y era fastidio decir algo.
MGabriel Portilla
MÉXICO
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