Un día ella era de negro,
como la noche, oscura
caminaba en la llanura
del desamor.
Con vestido de violetas
y aroma a rosas, con labios
de jazmín y andanza en jardín.
Negro el pensamiento
que florece y marchita,
dulzura en sus lágrimas
cual miel de abejas.
Y se aleja entre tinieblas
esperando mil amaneceres,
que acompañen su tristeza.
Y así se marchita con los años
sufriendo y riendo con máscaras
de sonrisas y felicidad escondida.
Así es ella, sí, así
con el alma herida, hechicera
de la noche y amante del día.
Maria Gabriel Portilla
México DR.
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