Muchas veces intentamos reprimir un pensamiento con el objetivo de que así va a desaparecer y contrariamente a lo esperado, lo que realmente hacemos es tenerlo más presente. Pongamos un ejemplo, si te digo que pienses en un perro verde lo tendrás en la cabeza, pero en unos minutos se te irá de la cabeza, sin embargo si te digo que no pienses en el perro verde probablemente lo tengas más presente en la cabeza y te cueste más olvidarlo.
Cuando este tipo de pensamientos son los que tenemos cotidianamente, les estamos otorgando más importancia de la que realmente tiene y esto a su vez favorece que la aparición sea más frecuente e intensa.
Ante un pensamiento "negativo" que sea recurrente, estamos generando una reacción emocional que nos genera malestar (tristeza, irritabilidad, ansiedad, etc.) y esto a su vez influye en nuestras conductas, ya que no actuamos igual si estamos contentos que si estamos enfadados y por su puesto pueden aparecer las temidas consecuencias.
El problema viene cuando intentamos sacarlo de la cabeza reprimiéndolo, porque nos está generando malestar y esto causa el efecto contrario, lo aumenta. Los pensamientos son solo pensamientos y tenemos que aprender a gestionarlos para que ellos no se hagan con el control de nuestras emociones. Por más que pensemos que nos va a tocar la lotería, no nos va a tocar, no por pensar más en una cosa se va a hacer realidad.
A lo largo del día se nos vienen a la cabeza muchos pensamientos y una gran parte de ellos conforme vienen se van, rápido, porque nos damos cuenta de que son una "tontería".
En primer lugar, tenemos que aprender a diferenciar las preocupaciones reales de lo que son "falsas alarmas", reflexionar si esos pensamientos que tenemos rondándonos la cabeza tienen una preocupación real o no, por ejemplo una persona con fobia a los perros ve un perro a lo lejos e interpreta que ese perro es una amenaza y que le va a atacar a pesar de que el perro esta atado, con bozal y está a lo lejos, por lo que la persona se empieza a poner nerviosa o sentir ansiedad.
Al discriminar, estamos marcando una diferencia, ya que estamos reeducando nuestra manera de interpretar los sucesos y por lo tanto, aprendemos a regular las emociones. Desechamos las "falsas alarmas" y por lo tanto desechamos todos esos malos ratos que nos hemos llevado.
Es importante aprender a identificar las falsas alarmas, analizar si es tan importante esa preocupación y ver qué es lo que podemos hacer para solucionarlo. En el ejemplo anterior de la persona con fobia a los perros, si se para a pensar que el perro está atado, tiene un bozal puesto y está a lo lejos, la persona se va a dar cuenta de que no es una amenaza y ante esta interpretación no aparecerá ansiedad o en el caso de que aparezca será de menor intensidad, porque se ha dado cuenta de que ha sido una falsa alarma.
Tenemos que escuchar qué es lo que nos quieren decir las emociones que surgen de nuestro cuerpo cuando revivimos el suceso, cada emoción es adaptativa, es decir, nos mantiene en sintonía con los sucesos que vivimos. Por ejemplo en un funeral, la emoción adaptativa es tristeza, no tiene sentido estar alegre, tenemos que aprender a escucharnos para saber cómo nos encontramos, que es lo que nuestro cuerpo nos pide y ver qué importancia le estamos dando a las cosas.
Una vez que tenemos solución a esos problemas planteados, podemos dejar de preocuparnos y ponernos en acción, probablemente a veces nos equivoquemos o tropecemos y tengamos que buscar otra solución, pero tenemos que ver las cosas con la importancia que se merecen para poder tener "salud emocional".
A veces también es frecuente que alguno de nuestros pensamientos o preocupaciones no tengan solución porque tienen que ver con hechos del pasado, en este caso tenemos que ver que error o errores hemos cometido, porqué hemos actuado así (a lo mejor no teníamos otra opción) y aprender de esa situación. No tiene sentido seguir machacándote por algo que no se puede cambiar, pero si tiene sentido que puedes aprender algo para que en un futuro no vuelva a pasar.
El problema no son los pensamientos, sino quedarnos enredados en ellos.
Cuestiones para reflexionar:
Cuestiones para reflexionar:
- ¿Cuáles son mis pensamientos recurrentes?
- ¿Qué pensamientos pertenecen a hechos pasados?
- ¿Qué puedo aprender de ellos?
- ¿Qué me han enseñado?
- ¿Cuáles de mis pensamientos actuales tienen realmente importancia?
- ¿Cuáles son las soluciones que puedo aportar?
- ¿A qué otros pensamientos les estoy otorgando más importancia de la que realmente tiene?
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