La forma que tenemos de ver un problema o error suele influenciar la manera que tenemos o no, de resolverlo o afrontar el error, es decir, que una persona que a si misma se diga o piense que ante sus problemas no tiene nada que hacer, es más probable que no se vea con herramientas para hacerle frente o no se vea capaz y este adoptando un papel pasivo de la situación.
Si este papel pasivo se mantiene en el tiempo puede expandirse a otras áreas, formándonos un concepto erróneo de nosotros mismos, en el que cada vez nos vemos menos capaces de enfrentarnos a los problemas. Por ello es importante que aprendamos a ver las dificultades, errores o problemas cómo retos que hagan formarnos y aprender para poder evolucionar.
Si este papel pasivo se mantiene en el tiempo puede expandirse a otras áreas, formándonos un concepto erróneo de nosotros mismos, en el que cada vez nos vemos menos capaces de enfrentarnos a los problemas. Por ello es importante que aprendamos a ver las dificultades, errores o problemas cómo retos que hagan formarnos y aprender para poder evolucionar.
Una vez que se nos presenta un problema, tenemos tres caminos para elegir:
Por un lado, podemos quejarnos de la situación e intentar atribuir las culpas del problema o error a la situación o a la persona con la que hemos tropezado. De esta manera no afrontamos el problema activamente, no asumimos nuestra parte de responsabilidad y por lo tanto no somos conscientes de lo que hay que cambiar. Además de que si existe una posible solución, no seamos capaces de poder alcanzarla, debido a que nuestra atención esta centrada en la parte negativa del problema o error.
En otro lado del camino, podemos aceptar la situación como verdad absoluta, de manera que no podemos hacer nada por cambiar o modificarla, y que por lo tanto en futuras ocasiones ya tenemos la idea preconcebida de que hagamos lo que hagamos no se va a poder solucionar.
Es otra forma, como en la anterior, de no hacer frente al problema de manera activa, porque anticipadamente ya estamos dando por hecho que ante una situación determinada vamos a fracasar hagamos lo que hagamos, lo atribuimos a consecuencias externas a nosotros y por lo tanto creemos que no podemos hacer nada por nuestra parte.
El último camino que nos encontramos es el camino del cambio. Si elegimos esta opción no quiere decir que nunca más nos equivoquemos, pero si que la perspectiva desde la que observamos el problema es de que tomemos un papel activo.
Si decidimos comenzar a andar seremos capaces en primer lugar, de ver estos "errores" como parte de nuestro aprendizaje, ya que si no los cometemos perdemos una de las partes esenciales del aprendizaje.
A su vez hace que asumamos nuestra parte de responsabilidad y por lo tanto, nos involucrarnos en la situación.
Tenemos que analizar la situación para poder saber que herramientas podemos utilizar o tenemos que aprender, para que en futuras situaciones intentemos no caer en el mismo error. Y por último, nos vamos poniendo a prueba a nosotros mismos con nuevos aprendizajes, que podemos incluso generalizarlos y ampliarlos en otras áreas.
Antes de elegir uno de estos caminos:
En otro lado del camino, podemos aceptar la situación como verdad absoluta, de manera que no podemos hacer nada por cambiar o modificarla, y que por lo tanto en futuras ocasiones ya tenemos la idea preconcebida de que hagamos lo que hagamos no se va a poder solucionar.
Es otra forma, como en la anterior, de no hacer frente al problema de manera activa, porque anticipadamente ya estamos dando por hecho que ante una situación determinada vamos a fracasar hagamos lo que hagamos, lo atribuimos a consecuencias externas a nosotros y por lo tanto creemos que no podemos hacer nada por nuestra parte.
El último camino que nos encontramos es el camino del cambio. Si elegimos esta opción no quiere decir que nunca más nos equivoquemos, pero si que la perspectiva desde la que observamos el problema es de que tomemos un papel activo.
Si decidimos comenzar a andar seremos capaces en primer lugar, de ver estos "errores" como parte de nuestro aprendizaje, ya que si no los cometemos perdemos una de las partes esenciales del aprendizaje.
A su vez hace que asumamos nuestra parte de responsabilidad y por lo tanto, nos involucrarnos en la situación.
Tenemos que analizar la situación para poder saber que herramientas podemos utilizar o tenemos que aprender, para que en futuras situaciones intentemos no caer en el mismo error. Y por último, nos vamos poniendo a prueba a nosotros mismos con nuevos aprendizajes, que podemos incluso generalizarlos y ampliarlos en otras áreas.
Antes de elegir uno de estos caminos:
- Qué has aprendido a lo largo de todos los caminos que llevas andados.
- Plantearte cuáles son los tus objetivos o metas para saber que camino es el que más se adecua a ti.
- Conoce qué es lo que te gustaría cambiar o si quieres mantenerte en esa posición.
- Qué beneficios o costes puedes sacar de cada camino.
- Saber cual quieres que sea tu enfoque a la hora de abordar tus problemas.
"El progreso consiste en el cambio". (Miguel de Unamuno)
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