Moría lentamente cada día,
la vida de las manos se nos iba,
parecía muerta
esperando que mi fin llegara.
parecía ser luz pero mi oscuridad
me atraviesa el alma y el corazón.
Me imaginé ahí muerta, sin sentidos,
sólo las hierbas
que acariciaban mis mejillas,
no sabía si era mi esencia o mi alma
pero aún sentía.
Y me preguntaba
después de morir
que adonde debería ir
y me llené de miedo,
quería vivir.
Dejando silencios,
amores prohibidos
o navegantes de amor…
morí, no sé si es principio o fin.
Éramos soñadores de la muerte
y ya muertos queriendo
reencarnar para vivir,
me convertí en alma vieja
para renacer en la eternidad
y de mis vidas ser elocuencia
de morir y vivir.
Mgabriel Portilla
MÉXICO
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