Queriéndome
sin tratar de entender,
simplemente me abrazó
y entendí que era lo más bonito
que me ha pasado
en mucho tiempo.
Aún le duelen las heridas
como a mí,
pero juro que su sonrisa
lo cura todo,
esa forma
de razonar y cuestionar
en verdad él lo cambia todo.
Y se quedó
justo para hacerme recordar
que sus promesas son de verdad,
no había lugar para nada más.
Así fue y será
un abrazo suyo,
me reinicia la vida,
no tuve que pedirlo
simplemente le sale del alma...
MGabriel Portilla.
Tulancingo Hidalgo, México
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