Y lloré donde nadie me escuchó,
tuve que irme a la luna
donde sólo el sol me miró,
no preguntó nada,
sólo me abrazó con su calor.
Cubrí mi rostro
y una estrella
en mi alma se posó, dijo:
- “Me quedaré aquí
y te veré florecer,
más aún seguro un día
a mi vera llegarás”.
“No dudes de ti -dijo-
pues el amor que, a veces,
me cree ingenua,
sabe bien que a veces
la pasión nos ganará”.
Me reconstruí de galaxias
y mi mundo cambió,
dejé la perfección
y hoy me quiero equivocar
evocando mi andar.
Soy un abrazo que lleva ilusión,
soy un te quiero añorando un amor,
soy una pizca de sal en cada lágrima
que me lleva a soñar.
MGabriel Portilla
MÉXICO
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