Con esas espinas en la clavícula
que cada abrazo que me daba
sangraba pero él reía.
Con esas espinas
que cuando me daba la mano
se clavan más pero él sonríe.
Y ese ramo de maleza
que le atraviesa el corazón
y cada vez que por mí
su corazón se acelera
se clava más y aún así sonríe.
Dice que a veces le duele
pero que siempre sonríe feliz
porque hace que mi mundo sea feliz.
No sé cómo sanar esas heridas
ni cómo sacar ese ramo
pero mi alma llora cuando él ríe,
y sé que algún día
dejará de doler
y su risa será magia.
MGabriel Portilla
Tulancingo Hidalgo , México
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