entre los lunares de tu espalda,
navegar en el mar de tu ombligo
y agradecer la llegada
al puerto de tu razón.
Me marcaron el camino
aquellos lunares,
descubrí uno a uno
y formé constelaciones,
sabiendo que me permitas
navegar en tus aguas
y descubrir el tesoro
que provoca cada sentimiento.
Me senté en uno de ellos,
era grande y tenía forma
de no haber sido habitado
por mucho tiempo.
No sé la razón,
pero en verdad
lo disfruté tanto
que me robó el corazón.
Seguí navegando
entre un lunar y otro,
parecía que en cada uno de ellos
guardabas cada sueño.
¡Qué maravilloso ir avanzando!,
te conocía hasta el último momento.
Llegué al puerto de tus ojos
y ahí perdí toda la razón.
Me sentía perdida entre tanta alegría,
pero en tus besos recuperé la cordura
y supe que no había estado tan perdida
en los lunares de tu cuerpo,
que en ellos guardas
cada sentimiento del tiempo.
Gracias por dejarme recorrer
cada lunar tuyo
y perderme en cada sonrisa,
para renacer juntos en esta vida.
MGabriel Portilla
MÉXICO
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