Me vestí de negro,
salí esperando encontrarte
entre este mundo de gente,
me puse tacones y la sonrisa.
sentado en ese lugar,
mírate tan mmmm…
todo un señor.
Parecía una película de amor
ahí usted tan lleno de sabiduría,
tan lleno de años y andar.
Lentamente me miró
y mi respiración se detuvo,
parecía que mi alma
abandonaba el cuerpo.
Y ahí está usted
justo frente a mí
mirándome como queriendo
guardar el recuerdo, justo ahí.
Me tomó de la mano y me dijo:
te invito a mirar la luna
y no tuve opción, juro que no la tuve,
caí en el hechizo de sus ojos café.
¿Qué decir del roce de su piel?,
¿qué decir de la luna
testigo de este sentir?;
parecía eterno el momento
y sus manos navegaron
en aquellas montañas
extasiadas ante usted.
Sin palabra alguna
sólo pasó, sí, sólo pasó;
mire usted que ni su nombre me dio,
no me importó y ahora…
de mis labios salió ese adiós.
Regresé una y mil veces
y ahí a ese lugar
lleno de usted, lleno de mí,
y llenamos las ganas
que ahora parecen sólo nada.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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