¡Benditas sean las alegrías
de la vida!
Esas que llegan así, sin
previo aviso.
Bendita sea siempre esta
algarabía
que enriquece el alma sin
permiso.
¡Gracias Padre por tu
inmensa grandeza!
Colmaste mi casa de sublime
felicidad
a la vez que aumentaste mi
fortaleza.
¡Benditas sean las alegrías
de la vida!
Esas que llegan y pasan sin
hacer ruido.
Y sean siempre bienvenidas
y bendecidas,
las que te hacen vivir como
torbellino.
No permitas nunca Padre omnipotente
que ante estas maravillosas
alegrías,
mi corazón deje de latir
valientemente
y pueda seguir viviendo sus ambrosías.
Isabel San José Mellado
Derechos de autor - España
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