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lunes, 26 de agosto de 2019

No fue la herida del costado


No fue la herida del costado
no, la que provocó tu muerte,
fue el desenfreno de la gente,
la lujuria del cuerpo deseado.

Ni esos clavos en pies y manos,
con los que a La Cruz te clavaron,
fue la renuncia de un pueblo,
que a tu suerte te abandonaron.

No fueron de tu corona las espinas,
las que hicieron sangrar tu frente,
si no esos corazones impíos,
que provocan la actitud insurgente.

No fueron las manos de Pilato,
ni el beso de Judas pagado,
los que a morir te condenaron,
si no el odio de unos cuantos.

No fue la herida del costado
la que te causó la muerte,
sino  el amor de Nuestro Padre,
para redimirnos del  pecado.


Isabel San José Mellado
Derechos de autor - España

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