¡Madre
mía!,
no
hay palabras
para
agradecerte
la
vida.
Eres
mi inspiración,
mi
mano amiga,
la
fortaleza
cuando
caía.
¡Madre
mía!,
supiste
decir las palabras
cuando
el consuelo
no
hallaba.
En
tu abrazo encontré
el
remanso de paz,
eres
el ángel que Dios
me
envió para mi vida guiar.
En
tu mirada el reflejo
de
un sol al andar,
la
luna llena de felicidad
de
los malos momentos
en
una lección que la vida da.
¡Gracias,
madre mía!.
Mgabriel Portilla México
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