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lunes, 11 de enero de 2016

El asno y el viejo

En una granja colectiva de un país lejano había un asno. Era ciertamente un asno especial, con largas orejas sedosas y grandes ojos brillantes, y todos los niños lo querían mucho. Por tanto, cuando un día desapareció, todos los niños se preocuparon. El asno había sido la atracción favorita de la granja infantil. Por las mañanas, los niños acostumbraban a llegar en grupos de dos o tres, o en grupos más numerosos acompañados por sus maestros para visitar al asno. Los más pequeños hasta efectuaban cortos paseos sobre él. Por las tardes, los niños acudían a verlo trayendo a sus padres, para que éstos también saludaran a Shlomo, el asno. Ahora, sin embargo, el asno no estaba y los niños se sentían abatidos.
Como la tristeza es algo contagioso, antes de que terminara el día, todos los miembros de la granja se habían congregado en el espacioso comedor y, con preocupación en todos los rostros, discutían tratando de decir qué hacer. Ya habían buscado por todas las partes Shlomo, el asno, que no aparecía por ningún lado.
En esa misma granja vivía un viejo, padre de uno de los primeros fundadores. Últimamente había empezado a dar muestras de senilidad y, a veces, los niños se burlaban de él abiertamente, aunque los adultos eran un poco más circunspectos. Pues bien, cuando toda la población de la granja estaba en el nuevo y espacioso salón-comedor preguntándose qué hacer, entró el viejo tirando de Shlomo, el asno, a sus espaldas.
Si el júbilo fue grande, el asombro fue todavía mayor. Mientras los niños rodeaban al asno, los adultos se congregaron alrededor del viejo.
- "¿Cómo es -le preguntaron- que tú, entre todos, hayas encontrado al asno?. ¿Cómo lo hiciste?".
Bien. El lector puede imaginarse la incomodidad del viejo, y su placer también, viendo que era el centro de la atención. Se rascó la calva coronilla, miró al techo y luego al piso, sonrió y al fin dijo:
- "Fue muy sencillo, simplemente me pregunté yo mismo: "Shlomo -porque el viejo también se llamaba así-, si tú fueras Shlomo, el asno, ¿adónde irías?". Entonces fui, lo encontré y lo traje de regreso".

CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:

  • ¿Qué hizo el viejo, a diferencia del resto, para poder localizar al asno?.
  • ¿Qué nos enseña este cuento?. ¿Qué beneficios trae el saber entrar o conectar con el mundo interior del otro?.
  • ¿Qué actitudes necesitamos desarrollar en nosotros para poder conseguir un comportamiento empático?.
  • Piensa en alguien que necesite de tu ayuda y para que ésta sea eficaz sea necesario que seas capaz de "ponerte en sus zapatos". ¿Qué vasa hacer en concreto para poder dar esa ayuda?.

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