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martes, 27 de octubre de 2015

Don Carlos

Acerca de Don Carlos, Obispo emérito de Talca, quien hizo de la síntesis de fe, una voz clara, portadora de mensajes francos, directos, bondadosos y al mismo tiempo esclarecedores.
Es parte de una historia, que trascendió a las fechas y nos sitúa en grandes momentos de la vida de nuestro pueblo, de Latinoamérica y de la Iglesia en el mundo.
Obispos como Manuel Larrain y Don Carlos, fueron parte de un grupo selecto de obispos que sumaron a la fe, la inteligencia, para hacer una lectura certera de la realidad y ofrecer, desde su palabra, nuevos caminos, para nuevas esperanzas.
¿Quién es este hombre, que siendo anciano, convocó a su lecho de enfermo, a tantos y tantas personalidades de la vida nacional y a personas humildes, que le expresan gratitud por ser como es, por hacer lo que hizo, por decir lo que otros por comodidad callan?. Ese hombre, que invitó a  Jesús a ser parte de su ministerio, y que abrió comillas para hacer suyas las palabras de García Márquez; existe la vejez; pero la muerte no llega con los años, sino con el olvido”. “Nadie te recordará por los pensamientos secretos, pide al Señor la fuerza y la sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan”.
Ese obispo que  dejó el “monseñor” para el trato protocolar y que aceptó, como parte de su relación con la comunidad, que le dijeran sencillamente, Don Carlos; que lo hizo cercano y nuestro.
Acepta la vida con todo lo que ella trae, incluso la muerte, y la agradece, llama a Jesús y se alegra por la cercanía que viene, hace que quienes escriben desde la otra orilla de la fe, lo hagan conmovidos y sientan que lo que no puede el sentido de Dios, lo puede también el amor y la amistad.
Ese hombre que vive en paz, que es hermano del silencio, que escucha con inteligencia y habla con lucidez. Que cree que la gente es en verdad buena. Ese hombre alto, cano, de mirada potente y con los colores de la ternura. Ese que tomó uno a uno los desafíos para resolverlos. Ese obispo que hizo ver el error y la injusticia a los que derrocaron al Presidente Allende, masón y socialista, pero no para vencerlos, sino para convencerlos. El que no tenía miedo y fue el primero en perdonar en conciencia a los que le ofendieron como obispo. El que hizo de la opción preferente por los pobres una decisión y creó soluciones para los campesinos que necesitaban de apoyo y visión.
La libertad se quedó en su alma y dejó que la vida lo viviera con serenidad y alegría. Nos dicen que ahora, espera que se cumpla el momento con su lema episcopal: “Ven, Señor Jesús” y esperamos que ese encuentro sea como debe ser, amable, concreto y bueno. El obispo que cierra los ojos para ver y que deja que el silencio diga todo lo que sabe. Seguro que, como siempre, debe estar buscando respuestas nuevas para lo que no conocemos, para lo inesperado. Debe estar como decía, rezando por algo, nunca por nada, seguramente por la Iglesia, por su pueblo, por quienes le han dado con ternura el abrigo fundamental de sentirse querido, por la juventud y por los pobres, especialmente por los campesinos, por los que estamos al otro lado de la fe y nos unimos en amistad y cariño. Ese hombre, feliz de ser lo que es, ahora anciano y tan cercano de sus sueños, es el Obispo emérito de Talca, nuestro Don Carlos.
Por Samuel Jiménez Moraga.

CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
  • ¿Qué sensaciones te produce esta carta que escribió Samuel Jiménez Moraga haciendo mención al obispo Don Carlos?.
  • ¿Qué expresiones hallas en dicha carta de lo que "sencillez" significa?, ¿que crees que le ayudó a Don Carlos a vivir con esa sencillez?.
  • ¿Y nosotros/as?. ¿Cómo podríamos vivir de una manera más sencilla y más en paz con nosotros/as mismos/as?.
  • ¿Cuál va a ser tu compromiso de hoy para crecer en sencillez y que ésta la puedan notar los demás?.

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