Tengo el alma compungida
por un desgarrador desamor,
aquella inesperada partida
le dejó un gran resquemor.
Tendré que ir día a día
desahogando mi corazón
y escribiendo triste poesía,
Mis lágrimas brotarán
como lánguidas florecillas
y, con su salobre, surcarán
duramente mis mejillas.
El tiempo irá pasando
entre recuerdos y suspiros,
y mi corazón desahogado
mostrará de nuevo sus latidos.
Mi alma ya restablecida
sembrará flores en mis pupilas
y, de aquellas dolorosas lágrimas
brotarán bellas y frescas lilas.
Isabel San José Mellado