bien provisto, anclado y bien seguro ,
cuando una suave brisa inundó este muro.
Mi afán de conocerle, escuchar y hablarle
a su corazón me llevaron,
y las puertas del mío de par en par abiertas quedaron.
Creía tenerlo todo controlado,
mas pronto descubrí asustado
que algo bailaba ya en los dos corazones.
Ya mi torre dejó de ser segura
y mi supuesto autocontrol se hizo añicos
para dejar a la intemperie todos mis entresijos.
Sus palabras, sus besos, sus caricias,…
abrasadores despertaron con fuerza unos sentimientos
que creía ya extintos y perdidos por el camino de
las acacias.
Mi torre quedaba cada vez más lejos
y aunque temía por ella y para ella sentía
hoy necesito mirar a quien despertó mis más
profundos anhelos.
Ya no puedo hacer otra cosa
que contemplar sus ojos vestidos de tierra fecunda
y besando sus labios de miel decir que ya no soy
mío… sino suyo.
Autor: Santi Catalán
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